En noviembre de 2018 emprendí, junto con 4 buenos amigos, el proyecto de producir una cerveza artesanal identificada con los valores de la ciudad de Sevilla. Para ello, unimos factores como la innovación, la artesanía, la solidaridad, el diseño, la originalidad y lo tradicional en un producto gourmet de alta calidad con un nombre cargado de riesgo: Rancia.

Con una producción que se agota a los pocos minutos de salir a la venta y una amplia presencia en la hostelería sevillana, Rancia se ha convertido en el referente de las cervezas artesanas en la capital hispalense a los pocos meses de vida.

Al frente de Rancia he puesto en práctica estrategias muy locales y segmentadas, centradas en la detección de pasión, emoción e identificación con una marca joven y desenfadada que parte del homenaje a la ciudad para hacer una cerveza a su medida, amplificada por una estrategia de embajadores que parte de la misma etiqueta del producto y que acaba con un constante ruido positivo en los perfiles de Rancia en Twitter, Facebook e Instagram.